El Coventry amplía su ventaja en el Championship tras un gol de Mason-Clark en los últimos minutos que hunde al Stoke.

Cuando finalmente llegó, la espera valió la pena. Fue justo que Ephron Mason-Clark protagonizara el gol decisivo, quizá el más importante de su carrera hasta la fecha, para ampliar la ventaja del Coventry en la cima del Championship a cinco puntos.

A cuatro minutos del final, Mason-Clark saltó acrobáticamente para conectar con el remate de cabeza de Ellis Simms y desatar la euforia entre los 3.300 aficionados del Coventry. En un partido de ritmo frenético, él había sido el as bajo la manga.

El extremo quedó tendido en el suelo tras un potente disparo de Junior Tchamadeu, del Stoke, y finalmente tuvo que ser retirado en camilla, visiblemente aturdido. Esto resumió a la perfección la tarde de Tchamadeu: había pasado gran parte del tiempo intentando frenar a Mason-Clark, pero siempre llegaba una fracción de segundo tarde.

Los aficionados del equipo azul celebraron el gol al estilo Mason-Clark, cantando a coro el tema «Sway» de Dean Martin con el nombre de su número 10, lo que llenó el aire nocturno durante varios minutos. Frank Lampard observaba con calma, de brazos cruzados, desde la zona técnica. Pero incluso él se había permitido un pequeño baile de celebración con su equipo técnico, ¿y por qué no? Sus detractores, que eran muchos, ya no se oyen tanto.

Este no fue el Coventry clásico de la temporada 2025/26, con su juego fluido y goleador. Estaban enfrascados en una batalla y lo sabían. «Necesitaban a gritos un poco más de calidad o el partido habría terminado en un empate a cero», dijo Lampard. «Lo que más me gustó fue nuestro planteamiento, porque demostró una faceta nuestra con mucha concentración».

El único gol del partido, por cierto, llegó tras un saque de banda largo de Milan van Ewijk, demostrando que su popularidad no se limita a la Premier League. «Hemos venido a la cuna del saque de banda largo y hemos marcado de saque de banda largo», dijo Lampard sonriendo. «Pero la clave fue la calidad de Ephron».

Unas palabras para Mark Robins. Un año y un día después de que los visitantes lo despidieran sin contemplaciones —prueba de que incluso a los que obran milagros se les concede poca indulgencia—, seguramente pensó que se había ganado a pulso ese punto.

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