El Liverpool necesitó un autogol en el último momento para rescatar un punto después de que Sunderland amenazara con ejercer aún más presión sobre el entrenador Arne Slot en Anfield.

Sunderland tomó una merecida ventaja después de 67 minutos cuando el disparo de 25 yardas de Chemsdine Talbi se desvió en Virgil van Dijk y quedó fuera del alcance de Alisson.

Sunderland ya había dado la señal de alarma: Alisson tuvo la suerte de desviar el disparo de Trai Hume al larguero en la primera mitad, antes de que Omar Alderete cabeceara contra el poste después del intervalo.

Slot volvió a dejar a Mohamed Salah en el banquillo tras la victoria del domingo ante el West Ham United, pero puso al egipcio al inicio de la segunda mitad para intentar darle chispa a una actuación sin vida del Liverpool.

Alex Mac Allister había dado un golpe en el travesaño en la primera mitad con una rara amenaza para el Liverpool y fue necesario un autogol fortuito para evitar otra derrota perjudicial cuando el disparo de Florian Wirtz fue desviado por Nordi Mukiele con nueve minutos para el final.

Sunderland casi logró la victoria en el tiempo añadido cuando el suplente Wilson Isidor se escapó, pero Federico Chiesa regresó para despejar su tiro en la línea.

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Los campeones de la Premier League de Slot se encaminaban a una nueva vergüenza en Anfield hasta que una última gota de buena suerte les dio un punto.

El Liverpool, que había vuelto a la senda de la victoria el domingo en su visita al West Ham United, parecía estar sufriendo otra dolorosa derrota en Anfield, mientras que el Sunderland continuó con su excelente forma con una magnífica exhibición.

Al equipo de Slot le faltaron ideas; ni siquiera la entrada de Mohamed Salah en el descanso logró inspirarlos en un Anfield apagado.

Wirtz parecía haber marcado su primer gol contra el Liverpool, pero el desvío en Mukiele fue decisivo y dejó indefenso al portero del Sunderland, Robin Roefs.

Con Alexander Isak volviendo al anonimato, las amenazas del Liverpool fueron escasas y sólo el suplente Chiesa les evitó la ignominia de la derrota con un despeje en la línea de gol en el tiempo añadido.

Si la victoria ante el West Ham había ofrecido esperanzas de que el Liverpool hubiera salido de su mala racha después de nueve derrotas en 12 partidos, aquí volvió a caer en la mediocridad una vez más.

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